He aquí algunas de mis extrañas manías:
1. Cuando escucho a alguien leer muy bajito, que casi no se le oye, me da muchísima rabia el ruido que hacen sus labios al moverse tímidamente. ¡Las palabras en ese tono suenan como algo viscoso y me da grima!
2. Me da rabia la gente que hace ruido al tragar comida y/o bebida. No puedo evitar llamarles la atención y a veces me pongo tan nerviosa que tengo que taparme uno de mis oídos con una mano y comer con la otra incluso apoyando mi cabeza en el brazo de esta. ¡Es insoportable!
3. No aguanto a la gente que me mira fijamente cuando entro y/o salgo de mi coche. Justo en el momento en que abro una de las malditas puertas, una o más personas tienen que mirarme. Siempre. ¿Por qué? ¿Os parece gracioso?
4. Me cabrea la gente a la que les digo algo y repiten lo mismo. Por ejemplo, digo »Tengo hambre» y me responden »¿Tienes hambre?». No lo puedo soportar, ¡de ninguna manera!
5. Ese »buen día» diario que me dicen al levantarme… No lo puedo oír. Simplemente no puedo. Me enciendo como un mechero y lo suelto todo. O, incluso a veces, me da tanta rabia que simplemente respondo »Igualmente, mal día».
7 julio, 2014 at 19:00
Aunque según yo con los años he aprendido a manejar mi neurosis aún hay cosas que sencillamente me desquician:
1. Cuando realizo algún quehacer doméstico, no soporto que los demás permanezcan sin hacer nada. Si cocino, alguien debe poner la mesa; si lavo la ropa, alguien tiene que doblarla, si llego del mercado con la compra, alguien tiene que acomodar la cosas, etc. Si eso no sucede sencillamente exploto y les doy con todo.
2. Odio el «lenguaje» de chat. No soporto ver mensajes escritos con mala ortografía o gramática y menos cuando sé que lo hacen, no por ignorancia, sino por negligencia, o peor, por hacerse los graciosos. Quisiera golpearlos en la cara con una silla.
3. Odio las supersticiones y la falta de sentido común. Sencillamente no puedo relacionarme con alguien que cree que la «suerte» esta determinada por objetos y actos que no puede explicar la ciencia. Me irritan los mensajes religiosos proselitistas, me siento acosada. Reacciono sarcásticamente hasta rayar en el sadismo verbal.
Generalmente soy una persona agradable (o trato de serlo) hasta que una de esta cosas suceden y sacan lo peor de mi.